La cervecería La Toná surge de las raíces andaluzas de su fundador, proponiendo al cliente un concepto claro y honesto desde el primer momento. Se le considera la cuna flamenca y de sus cantantes, siendo un lugar castizo, típico y para todos los tipos de público. Los fundadores querían que toda la nación conociese sus costumbres y exquisiteces, por tanto, deciden expandirlo y llevar el producto más fresco y de mejor calidad a cada establecimiento. 

La carta cuenta con una amplia propuesta y la operación del día a día del negocio es sencillo y estandarizado, al igual que su sistema informático. Es un modelo que ha triunfado desde el primer momento y consigue dejar huella entre todos los clientes y grupos de amigos o familias. 

La Toná ofrece a los clientes un producto tradicional, de toda la vida, con la mejor calidad y a un precio asequible para todos los bolsillos. Defienden esta filosofía y el buen comer, siendo sus platos generosos y abundantes. 

Perfil del franquiciado de La Toná

El candidato dispuesto a montar un local de La Toná podrá destinarlo tanto a la inversión como al autoempleo, ya que no requiere una gestión complicada ni en la que haya que invertir una cantidad de tiempo excesiva. 

Para el equipo de la franquicia, los nuevos emprendedores son muy importantes y por eso quieren ayudarlos en todo momento. Presentan facilidades que ofrecer en el ámbito financiero, en la búsqueda de local y proporcionan todos los ingredientes desde la central.  

Es un modelo de negocio muy rentable, con una inversión baja que podrá ser recuperada en un tiempo inferior al imaginado, cuyo producto conquista el gusto de los clientes, quienes en cuanto lo prueban quieren repetir.  

Es importante que sentir la tradición, la filosofía y los valores andaluces, además de que mimetizarse con el concepto es la clave del negocio y lo que permitirá que los consumidores vivan la experiencia al completo.